10 de noviembre de 2012

Pequeñas cosas.

Ya decía mi marxista favorito, que la vida estaba hecha de pequeñas cosas, una pequeña mansión, un pequeño yate, una pequeña fortuna. Nuestra clase política esta también acostumbrada a las pequeñas cosas, a esos teléfonos móviles de gama alta que se pierden, a esas llamadas a números de concursos con cargo al erario público; y no, no se piensen que estamos hablando de concejales de orejilla del sordete, estamos hablando de los "padres de la patria", de aquellos que según los clásicos están al mando del máximo poder del pais. Ya vemos a que se dedican, a llamar a concursos cutres y a -presuntamente-, regalar móviles a los sobrinos.


El mudo y mister hyde no son sino el producto final del (des)gobierno que hemos permitido a lo largo de los últimos casi cuarenta años, porque no tenemos que olvidar que la "larga noite de piedra" duró casi el mismo tiempo que llevamos con esta tropa a cuestas. 

Por lo demas, estamos en el ojo del huracán, esa calma falsa que sigue a la tormenta y precede a mas tormenta, solo que la que viene pilla a la nave con vias de agua, el velamen destrozado, las jarcias partidas, las bombas de achique rotas, el capitán escondido en la cabina, la tripulación peleandose en la toldilla por los botes, y mientras nosotros, el pasaje, amontonados en la sentina con el agua ya a la cintura.

No, ya no es importante lo inmobiliario, los esqueletos no son zombies, lo importante ahora es el pais, este pais que se nos va como el agua entre los dedos, con una clase política enana, pequeña, de sisas, servil ante el poder de verdad (ese que nunca han tenido, ese que nunca hemos tenido), que son auténticos hombres muertos andando; esperpentos valleinclanescos pero escritos por corin tellado, de cumpleaños discotequeros, estabanes pero en hortera y cursi (si, mas aun).

NHD, NHT, no hay nada, pero no desesperemos, los señores feudales que andaban en torneos en el siglo XV no sabían que estaba a punto de llegar el renacimiento, y aquellos que comian pasteles y holgaban en sus mansiones, tampoco sabían que estaba a punto de llegar la declaración de derechos del hombre y del ciudadano. Si, Montesquieu puede que se haya muerto, pero desde luego, alfonso guerra también -ya saben la historia se repite siempre, el inicio es tragedia, la repetición (la pisitos dentada, el vasco bueno), como farsa-.

Un saludo.


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