4 de febrero de 2013

La clase obrera debe ser inculta para ser estafada con impunidad.




La clase obrera debe ser inculta, para estafarla con impunidad, aunque tengamos que forrar a algún que otro desgarramantas y exhibirlo en televisión. Ya iremos a por su dinero.

Es obvio que las burbujas, preferentes y demás funcionan en tanto y cuanto el acceso a esa información no existe para el grueso de la población. La información es poder, que se traduce en dinero. Si todo el mundo supiera como se monta un negocio de los buenos (de los que dan pasta de verdad), todo el mundo lo haría. 

Las élites siempre lo han sabido, y uno de sus principios es la discreción ("de dinero no se habla"), el gregarismo ("solo me junto con gente como yo") y ese desprecio brutal a "los nuevos ricos". Y de ahí surgen casi inevitablemente monopolios y cárteles. Y grandes timos.

No hay, pues, ningún aliciente para que el grueso de la población esté informado en temas financieros. Al contrario, cuanto más ceporros y más ilusos, mejor. Lo criminal del capitalismo es hacer creer a la gente que la igualdad de oportunidades existe, sin pararse en detallitos sin importancia como el acaparamiento de medios productivos, financieros o inmobiliarios. Por supuesto que es posible hacer mucho dinero de la nada, pero lo que nunca te cuentan es que la brutal asimetría (entre otras cosas fiscal) que vas a tener con respecto a las grandes empresas.





El dinero de verdad sólo "comparte" sus secretos con los obreretes* con fines mixtificadores y desplumatorios. Ya sea en timos de marketing multinivel, burbujas inmobiliarias o acciones letales. Y ahí caen las masas babeantes, alabando enardecidas las bondades del capitalismo radical. Un capitalismo que cíclicamente les despluma hasta la última peseta. 

Para mí lo del capitalismo de masas obreras es uno de los mensajes más importantes de PPCC. Tiene una lectura fascistoide y rancio-clasista. Pero otra lectura que habla de recuperación de la conciencia de clase, de dejarse de ensoñaciones de rico en forma de adobado y viaje a Cancún. Del orgullo del trabajo duro y de la austeridad.

Es un mensaje que me llega hondo, pues yo mismo lo he visto en dos generaciones de mi familia. Mi abuelo, tan cercano, culto y admirable, murió hace un año sin haber dejado de creer nunca que él era un humilde trabajador. Que había llevado una vida austera y ahorradora, dejando las cuentas claras y sin ambiciones materiales de ningún tipo. Mi abuelo, llegado de un pueblo, logró pagar meticulosamente la carrera a sus cinco hijos. Estaba orgulloso de ello. Sus hijos, "los lisensiados" han caído todos presos del "capitalismo de masas", del consumismo, timo del pisito incluido. Han llevado una vida de derroche innecesario, y ahora cuando se acercan a la jubilación se dan cuenta que todo ha sido un gran trampantojo. El trampantojo del capitalismo popular.  
*) Obrerete: Todo aquel que se tiene que levantar para currar cada día, quiera o no. 


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